De iniciativa a identidad: la calidad que nos define

La cultura de calidad ya no es un objetivo institucional: es la esencia que se refleja en las decisiones que tomamos y en la forma de mirarnos como equipo. Porque cuando la calidad deja de depender de un plan y se convierte en parte de nuestra identidad, la transformación nace de cada persona y se proyecta en cada acción.

A más de seis meses de haber alcanzado la Acreditación internacional de Joint Commission International (JCI), nuestra institución transita una nueva etapa decisiva: sostener y profundizar la transformación cultural que comenzó mucho antes de recibir el sello y que hoy se proyecta hacia el futuro. Porque sabemos que la Acreditación nunca fue la meta final, sino un impulso para repensar nuestra práctica diaria, con una mirada crítica, reflexiva y centrada en el paciente.

Fue con ese espíritu que, a principios de este año, presentamos el Plan Anual de Calidad 2025. Un plan que no surge para “cumplir” requisitos, sino como hoja de ruta para fortalecer y expandir la cultura de seguridad y mejora continua que logramos construir juntos. El verdadero desafío no está en el estándar escrito, sino en transformarlo en hábito: que sea parte viva de cada conversación, de cada decisión, de cada proceso interno.

“La calidad no es un área, ni una auditoría, ni un listado de tareas que se revisa una vez al año. Es un proceso vivo que atraviesa todo lo que hacemos: una forma de anticiparnos a los riesgos y de repensarnos de manera constante para brindar la atención que nuestros pacientes merecen. La diferencia está en la convicción: cuando cada equipo siente que puede proponer, analizar y transformar, la mejora continua deja de ser una obligación y se vuelve parte de nuestra identidad colectiva.”
Valeria Vukelic
Directora de Calidad

Este compromiso se vio reflejado en la reciente presentación de los primeros avances de más de 44 proyectos de mejora que distintos equipos médicos están llevando adelante este año. Estas iniciativas nacen del análisis de datos, de la reflexión crítica y del deseo de mejorar la eficiencia, la seguridad y la experiencia de atención. Surgen desde los propios Servicios, de la detección de problemas reales, y buscan comprender sus causas, medir su impacto y prevenir que se repitan.

El mayor logro que deja la experiencia de JCI no es un reconocimiento externo, sino haber sembrado una transformación que hoy atraviesa toda la organización. Porque la calidad, entendida como cultura viva, implica mantener la inquietud, la mirada crítica y el diálogo permanente. Requiere visibilizar logros, pero también identificar oportunidades de mejora con transparencia y humildad. 

Hoy sabemos que la reacreditación en 2027 no será solo una nueva auditoría, sino la consecuencia natural de lo que construimos día a día. En definitiva, la calidad que buscamos no está limitada a normas o a proyectos: se convierte en parte de nuestra identidad cuando cada decisión, cada indicador y cada conversación en equipo reflejan el compromiso de cuidar mejor. Y cuando eso sucede, ya no hay vuelta atrás: la transformación cultural deja de ser una meta futura y se vuelve una forma de ser, hoy.

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