Poner el futuro en la agenda del presente: camino a nuestra tercera sede
El crecimiento y la expansión van mucho más allá de sumar metros cuadrados. Se trata de construir desde el presente, asumir nuevos desafíos, integrar capacidades y proyectarnos como red.

Con cada paso hacia nuestra tercera sede, no solo ampliamos infraestructura: abrimos caminos a nuevas formas de trabajar, desarrollarnos y transformarnos juntos.
Hablar de crecimiento es hablar de decisión. De una apuesta por avanzar, incluso cuando los logros alcanzados podrían invitarnos a quedarnos donde estamos. En el Sanatorio, entendemos que consolidar lo construido es tan importante como abrir paso a lo que vendrá. Por eso, este 2025, uno de nuestros ejes estratégicos nos convoca a sentar las bases para la expansión institucional.
Este crecimiento no se mide solo en metros cuadrados. Se proyecta también en la forma en que pensamos la atención del futuro, en las capacidades que debemos fortalecer, en los nuevos roles que se incorporarán, y en las oportunidades que se abrirán para quienes ya forman parte de nuestra organización.

Crecer no es simplemente sumar: es transformar. Es imaginar, con coraje y convicción, una nueva escala de cuidado. Y al hacerlo, asumir que este crecimiento será también cultural: nos invita a repensar cómo trabajamos, cómo nos organizamos, cómo nos preparamos.
Nos exige salir de las zonas conocidas, para abrirnos a estructuras más colaborativas, más integradas, donde las funciones y el talento se potencien en equipo. Y sobre todo, nos desafía a pensarnos cada vez más como una red hospitalaria: una organización articulada, complementaria, capaz de brindar atención integral y de excelencia en cada uno de sus puntos de atención.

En ese sentido, cada paso que damos hacia el futuro debe ser guiado por una planificación estratégica sólida, pero también por una profunda disposición al aprendizaje. Porque crecer, en esencia, es aprender y desaprender.
Es poder soltar ciertas certezas que nos fueron útiles, para hacer lugar a otras nuevas que aún no conocemos. Y eso no ocurre de un día para otro: requiere visión, escucha, preparación y humildad.


Hoy, comenzamos a diseñar el camino que habilitará una nueva escala de atención. Pensamos en qué equipos, recursos y perfiles necesitaremos para poner en marcha ese futuro que ya empezó a delinearse. Pero también pensamos en quiénes van a sostener ese futuro. En cuántas nuevas personas se sumarán a nuestro equipo. En cuántas otras deberán asumir desafíos distintos, liderar procesos, aprender nuevas habilidades.
El futuro no se espera: se diseña, se anticipa, se cultiva. Y cuando ese futuro tiene impacto en la salud y la vida de las personas, prepararnos no es opcional: es parte de nuestra responsabilidad.
El crecimiento está en marcha. Y lo más transformador de todo es que lo estamos construyendo como red: entre todos.

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